Indicadores de Abuso.
5. Amenazar e intimidar. La amenaza o la intimidación suelen aparecer como modo de asegurarse la obediencia una vez que se ha iniciado la conducta dominante. La principal consecuencia que esta forma de coacción produce en la víctima es el miedo, siendo éste a su vez una de las nuevas herramientas paralizantes que mayor fuerza tiene a la hora de impedir a la víctima poner fin a la relación. Por tanto, cuando esta forma de abuso se instaura y comienza a producir sus perniciosos efectos (que pueden llegar al terror en la víctima), las posibilidades de que la víctima sea capaz de poner fin a la relación disminuyen drásticamente, lo que lleva a que se refuerce la coacción y, por tanto, se consolide. Veamos algunos indicadores:
o A veces grita con gestos o expresiones que asustan o intimidan.
o Ella no se atreve a decirle lo que siente o piensa. Cuando está enfadado se acerca y la observa (mira) de manera intimidante.
o Alguna vez le ha dicho que si le dejara “no sabría que hacer, aunque sí sería capaz de cualquier cosa”.
o Alguna vez se pone tan nervioso que se descontrola y le hace sentir miedo.
o Le advierte con que lo va a pagar, o amenaza con hacerle daño si le lleva la contraria o simplemente no hace lo que él dice.
o Golpea, rompe o daña objetos que tienen valor afectivo para ella.
Abusos sexuales. No es probable que en esta fase inicial aparezcan agresiones sexuales, aunque si pueden darse en algunos casos. De hecho, este tipo de abuso es frecuente en los casos de violencia de género. Recuérdese que el código penal tipifica la agresión sexual como aquella relación de carácter sexual no consentida por la víctima que se consigue por medio de violencia e intimidación, mientras que el abuso sexual se tipifica como aquella relación de carácter sexual que tiene lugar sin que exista el consentimiento expreso de la víctima que se consigue por medios de coacción distintos a la violencia. De esta forma, utilizando argumentos y actitudes como los que se ofrecen a continuación, el abusador o maltratador con frecuencia logra mantener relaciones de carácter sexual con coacciones y presiones que no incluyen forzamiento ni violencia física:
o Manifiesta poner en duda los sentimientos de ella hacia él si ella no accede mantener relaciones de tipo sexual.
o Se muestra enfadado, contrariado, distante con ella y dispuesto a generar un conflicto cuando no obtiene lo que quiere.
o La tilda y acusa de anticuada, estrecha, rara, etc.
o Profiere amenazas referidas a buscarse otras mujeres que le den aquello que ella le niega (relaciones sexuales).
El hecho de que se lleve a cabo con coacciones que no implican forzamiento físico, así como que provengan de la propia pareja, dificulta enormemente su conceptualización, circunstancia que beneficia al agresor y agrava la situación de la víctima.
o A veces grita con gestos o expresiones que asustan o intimidan.
o Ella no se atreve a decirle lo que siente o piensa. Cuando está enfadado se acerca y la observa (mira) de manera intimidante.
o Alguna vez le ha dicho que si le dejara “no sabría que hacer, aunque sí sería capaz de cualquier cosa”.
o Alguna vez se pone tan nervioso que se descontrola y le hace sentir miedo.
o Le advierte con que lo va a pagar, o amenaza con hacerle daño si le lleva la contraria o simplemente no hace lo que él dice.
o Golpea, rompe o daña objetos que tienen valor afectivo para ella.
Abusos sexuales. No es probable que en esta fase inicial aparezcan agresiones sexuales, aunque si pueden darse en algunos casos. De hecho, este tipo de abuso es frecuente en los casos de violencia de género. Recuérdese que el código penal tipifica la agresión sexual como aquella relación de carácter sexual no consentida por la víctima que se consigue por medio de violencia e intimidación, mientras que el abuso sexual se tipifica como aquella relación de carácter sexual que tiene lugar sin que exista el consentimiento expreso de la víctima que se consigue por medios de coacción distintos a la violencia. De esta forma, utilizando argumentos y actitudes como los que se ofrecen a continuación, el abusador o maltratador con frecuencia logra mantener relaciones de carácter sexual con coacciones y presiones que no incluyen forzamiento ni violencia física:
o Manifiesta poner en duda los sentimientos de ella hacia él si ella no accede mantener relaciones de tipo sexual.
o Se muestra enfadado, contrariado, distante con ella y dispuesto a generar un conflicto cuando no obtiene lo que quiere.
o La tilda y acusa de anticuada, estrecha, rara, etc.
o Profiere amenazas referidas a buscarse otras mujeres que le den aquello que ella le niega (relaciones sexuales).
El hecho de que se lleve a cabo con coacciones que no implican forzamiento físico, así como que provengan de la propia pareja, dificulta enormemente su conceptualización, circunstancia que beneficia al agresor y agrava la situación de la víctima.
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